Page 313 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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como una larga y afilada púa!


                   Cogió rápidamente el rollo de hilo que llevaba


            colgado al hombro y lo tiró al suelo. Desatando la


            lanza, empezó a arañar la arena, usando el alfiler


            como azadón.


                   Tardó cuarenta y cinco minutos en acabar. Con


            el rostro y el cuerpo bañados en sudor, y todos los



            músculos  temblorosos,  saltó  al  fondo  del  hoyo  y


            observó sus verticales muros. Si no tuviera el hilo


            para  encaramarse  al  borde,  él  mismo  estaría


            atrapado.


                   Tras  descansar  un  rato,  hundió  la  lanza  en  la


            arena,  de  forma  que  la  punta  formara  un  ángulo


            agudo. La hundió todavía más y amontonó grandes


            cantidades de arena dura y húmeda a su alrededor


            para  que  no  pudiera  desclavarse.  Después  trepó



            por el hilo, que subió en cuanto estuvo arriba, y se


            quedó junto al hoyo, mirando hacia el fondo.


                   Casi  inmediatamente,  las  dudas  empezaron  a


            asaltarle. ¿Daría resultado? ¿No subiría la araña por


            sus  paredes  tal  como  hacía  por  los  muros  del


            sótano?  ¿Y  si  no  se  caía  encima  del  alfiler?  ¿Y  si


            daba un salto hacia atrás antes de tocar el alfiler?



            Entonces no dispondría de arma alguna con la cual


            hacerle frente. ¿No sería mejor hacer lo mismo que


            cuando  se  encontraron  en  la  caja  de  cartón…,


            mantener el alfiler extendido ante él y dejar que la






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