Page 340 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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comprenderlo  con  espantosa  lucidez.  Aunque


            lograra  llamarle  la  atención  de  alguna  forma,  no


            resolvería nada, ni cambiaría nada. Se marcharía de


            todos modos aquella noche, y lo único que lograría


            sería abrir una vieja herida que seguramente estaba


            casi cicatrizada.


                   Guardó  silencio,  como  la  minúscula  pieza  del



            dije de un brazalete, contemplando a la mujer que


            había sido su esposa.


                   Marty volvió a bajar las escaleras.


                   —Me alegraré de salir de aquí —le dijo Lou.


                   —No               me          extraña               —contestó                  Marty,


            dirigiéndose  al  depósito  de  combustible  y


            agachándose frente a él.


                   Beth  bajó  en  aquel  momento  las  escaleras,


            preguntando:



                   —¿Puedo ayudar en algo, mamá?


                   —No creo que haya que subir nada más. ¡Oh!,


            sí,  llévate  ese  bote  de  pinceles.  Creo  que  son


            nuestros.


                   —Muy  bien.  —Beth  se  acercó  a  la  mesa  de


            mimbre.


                   De repente, Scott se despertó de su ensoñación.



            No quería decírselo a Lou, pero seguía queriendo


            salir del sótano. Y se dio cuenta de que no podía


            esperar a que Marty llegase hasta él; su hermano


            pasaría con demasiada rapidez por el escalón; no






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