Page 344 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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sobresalto.  Ella  había  entrado  unos  momentos


            antes,  le  había  visto  dirigiéndose  hacia  la  alejada


            casita y le había cogido en brazos.


                   Se recostó sobre los pequeños almohadones que


            Lou  le  había  hecho.  Permaneció  largo  rato  en  la


            misma  posición,  con  la  mirada  perdida  en  las


            sombras del techo y pensando en su hija perdida.



                   Había nacido un jueves por la mañana. El parto


            fue largo. Lou intentó convencerle para que se fuera


            a casa, pero él no quiso. Bajaba ocasionalmente al


            coche, se tendía en el asiento posterior y conseguía


            dormir  unos  minutos,  pero  la  mayor  parte  del


            tiempo  estuvo  en  la  sala  de  espera,  hojeando


            revistas  que  no  veía  y  con  el  libro  que  se  había


            llevado para leer olvidado sobre la mesa. Oh, sí, iba


            a  ser  muy  valiente;  nada  de  melodramas



            cinematográficos, nada de pasear de arriba abajo, ni


            fumar  un  cigarrillo  tras  otro.  Por  esta  razón,  ni


            siquiera  pudo  pasear  de  arriba  abajo.  La  sala  de


            espera  era  un  pequeño  gabinete  situado  en  un


            extremo del pasillo del segundo piso, y no podía


            andar.






                   por el pasillo a causa del intenso movimiento de


            personas.


                   Así  que  se  sentó  en  la  sala  de  espera,  con  la


            sensación  de  tener  en  el  estómago  una  bomba  a






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