Page 348 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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poco efectivo, el respeto que Beth sentía por él se


            debilitó.  Todo  residía  en  que  ella  no  podía


            entenderlo.  Sólo  Dios  sabía  las  veces  que  habían


            tratado  de  explicárselo…;  pero  no  era  una  cosa


            explicable, porque en el trasfondo mental de Beth


            no había nada que pudiese compararse a un padre


            menguante.



                   Por consiguiente, cuando él dejó de medir un


            metro ochenta y dos y su voz dejó de ser la voz que


            ella conocía, Beth dejó de mirarle como a su padre.


            Un padre era constante. Se podía depender de él,


            nunca  cambiaba.  Scott  estaba  cambiando.  Por  lo


            tanto, no podía ser el mismo; no podía ser tratado


            de igual forma.


                   Y así había ocurrido: el respeto de la niña se fue


            desvaneciendo más y más. Sobre todo cuando los



            desquiciados nervios de Scott empezaron a hacerle


            perder el control. Ella no podía comprenderlo. No


            era lo bastante mayor para simpatizar con él. Sólo


            podía verle tal como era. Y, en la actualidad, no era


            más  que  un  horrible  enanito  que  chillaba  y


            regañaba con una voz muy divertida. Había dejado


            de ser un padre para convertirse en una rareza.



                   Y  ahora  la  pérdida  era  ya  irreparable  y


            definitiva.  Beth  había  llegado  al  punto  en  que


            significaba una amenaza física para él. Igual que el


            gato, tenía que mantenerse apartada.






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