Page 363 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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después de caerse en el sótano. Era la única que
podía estar a su alcance. La ventana del cristal roto
estaba demasiado alta, y una pared completamente
vertical conducía hasta ella. La ventana de encima
del montón de troncos era aún menos accesible. La
única que presentaba una ligera posibilidad era la
que se encontraba encima del depósito de
combustible.
Pero, a los diecisiete centímetros, le fue
imposible trepar a las cajas y maletas. Y para
cuando hubo ideado el medio, era demasiado
pequeño. Una vez logró subir hasta allí pero, al no
disponer de ninguna piedra, no logró romper el
cristal y tuvo que bajar de nuevo.
Se tendió de lado y apartó la vista de la ventana.
Resultaba increíble ver el cielo y los árboles y saber
que nunca volvería a salir al exterior. Respiró
pesadamente, clavando los ojos en el precipicio.
«Y aquí estoy yo», pensó, sumiéndose otra vez
en sus introspectivas reflexiones, «sin nada que
hacer». Aquello podía haber terminado hacía
tiempo, pero él tenía que luchar. Trepar por hilos,
matar arañas, buscar comida. Cerró con fuerza la
boca y contempló el largo poste de la red, apoyado
en el precipicio. Sus ojos lo recorrieron en toda su
longitud, en toda su tremenda longitud.
Se incorporó súbitamente.
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