Page 65 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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un negro océano contenido por un dique. La risa
cesaría, la diversión se extinguiría. Volverían a ser
plenamente conscientes de que él estaba
menguando, y un manto de terror se cerniría sobre
sus días y noches.
—Lou.
Ella se volvió para mirarle. Él se inclinó con la
intención de besarla, pero no pudo alcanzar sus
labios. Con un movimiento de cólera y
desesperación, se incorporó sobre una rodilla en el
sofá y hundió la mano derecha en su sedosa
cabellera, apretándole la cabeza con los dedos. La
obligó a echar la cabeza hacia atrás hasta apoyarse
en un almohadón.
Los labios de ella estaban tensos por la sorpresa.
Él oyó que la labor caía al suelo y que la seda de su
bata crujía al moverse entre sus brazos. Acarició con
manos temblorasas la flexible suavidad de su
pecho. Separó los labios y los apretó contra su
garganta, rozando su piel cálida con los dientes.
—¡Scott! —jadeó ella.
La forma en que lo dijo pareció serenarle al
instante. Se estremeció. Se separó de ella,
sintiéndose avergonzado. Apartó las manos de su
cuerpo.
—Cariño, ¿qué te pasa? —le preguntó ella.
—No lo sabes, ¿verdad?
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