Page 62 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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se  movió,  pues  le  pareció  que  revelaría  sus


            sentimientos si se apartaba inmediatamente. Sintió


            los  monótonos  ascensos  y  descensos  producidos


            por la respiración de ella, y una tensa e indefinida


            sensación en su propio estómago.


                   —¿Por qué no te vas a dormir? —le preguntó


            Lou en voz baja.



                   Apretó  los  labios.  Un  escalofrío  le  bajó  por  la


            espalda.


                   —No —dijo.


                   ¿Su imaginación, otra vez? ¿O bien su voz era


            tan frágil como le había parecido, tan desprovista


            de masculinidad? Se quedó mirando sombríamente


            el  cuello  en  punta  de  la  bata  de  ella,  el  valle  de


            carnosas  paredes  entre  sus  senos,  y  sus  dedos  se


            crisparon a causa del reprimido deseo de tocarla.



                   —¿Estás cansado? —le preguntó ella.


                   —No —sonó demasiado brusco—. Un poco —


            rectificó.


                   —¿Por qué no te acabas el helado? —inquirió


            ella, después de una pausa.


                   Él  cerró  los  ojos  con  un  suspiro.  Podían  ser


            imaginaciones, pero eso no evitaba que se sintiera



            como  un  niño…  indeciso,  introvertido,  en  gran


            parte por haber concebido la ridicula idea de que


            lograría provocar el deseo físico de aquella mujer


            hecha y derecha.






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