Page 78 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Primero  había  abierto  un  agujero  a  base  de


            puntapiés  en  el  resistente  papel  encerado,  y


            después se había introducido por él hasta detrás de


            su crujiente suavidad. Después de comer, empezó a


            sacar migas secas y a amontonarlas en el fondo de


            la caja.


                   Hecho  esto,  rompió  el  papel  encerado  para



            hacer unos asideros y poder trepar por ellos hasta


            la parte superior. Realizó la ascensión llevando una


            o dos migas a la vez, según su tamaño. Subía por la


            escalerilla  de  papel  encerado,  se  encaramaba  al


            borde  de  la  caja  y  bajaba  por  los  asideros  que


            anteriormente había hecho en el papel que envolvía


            la caja. Siguió haciéndolo durante una hora.


                   Después  volvió  a  introducirse  por  detrás  del


            papel encerado, para ver si se había dejado alguna



            miga. Pero no se había dejado ninguna, a excepción


            de un fragmento del tamaño de su dedo meñique,


            que recogió y mordisqueó mientras terminaba su


            recorrido de la caja y volvía a salir por la abertura.


                   Miró  hacia  el  interior,  pero  no  había  nada


            aprovechable.  Se  quedó  en  medio  de  las  galletas


            estropeadas,  con  las  manos  en  las  caderas,



            meneando la cabeza. En el mejor de los casos, todo


            aquel trabajo sólo le había proporcionado comida


            para dos días. El jueves volvería a estar sin nada.


            Desechó  el  pensamiento.  Ya  tenía  bastantes






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