Page 75 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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en una súbita mueca al mismo tiempo que se
encaramaba al borde.
Sin soltarse, estiró una pierna y rompió de un
puntapié el borde de una galleta, cuyos trozos se
desparramaron por el fondo de la caja.
Con temeridad nacida de su airada
desesperación, soltó el borde y se deslizó por la
pendiente casi vertical del papel encerado, y al final
se detuvo con un fuerte golpe. Se incorporó
aturdido y se puso en pie en la caja llena de migas.
Cogió una, que se desintegró en sus manos como si
estuviese hecha de tierra. La separó con los dedos,
en busca de un pedazo en buenas condiciones. El
olor a podrido invadía sus fosas nasales. Dio un
fuerte resoplido en el momento en que un espasmo
sacudía su estómago.
Dejando caer el resto de los trozos, se dirigió
hacia una galleta entera, respirando por la boca
para evitar el olor, chapoteando con los pies
desnudos entre los húmedos fragmentos.
Al llegar a la galleta, dobló un pedazo y lo
rompió. Una vez hubo quitado el verde moho que
cubría una de las piezas, mordió parte de ella.
La escupió violentamente, asqueado por el
sabor. Respirando entre los dientes, no dejó de
estremecerse hasta que las náuseas cesaron.
Después cerró los puños con brusquedad y
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