Page 1090 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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Castelar  la  siguió  como  un  sabueso.  Era  asombrosa  la

           rapidez con la que asimilaba nuevos conceptos. Nada de


           la teoría. El mismo Tamberly no tenía más que una atisbo

           de  la  teoría,  que  pertenecía  a  una  ciencia  milenios  por

           delante de la suya. La idea de que el espacio y el tiempo


           estuviesen  unidos  anonadó  a  Castelar,  hasta  que  la

           descartó  con  un  juramento  y  siguió  con  las  cuestiones

           prácticas.  Pero  acabó  comprendiendo  que  la  máquina


           podía  volar;  podía  flotar;  podía  ir  instantáneamente  a

           donde su piloto le indicase.



                 Quizá  su  aceptación  fuese  natural.  Los  hombres

           educados del siglo XVI creían en milagros; era un dogma

           cristiano,  judío  y  musulmán.  También  vivían  en  un


           mundo  de  nuevos  descubrimientos,  ideas  e  inventos

           revolucionarios.  Los  españoles,  en  especial,  estaban

           sumergidos en cuentos de caballería y encantamientos…


           lo  estarían,  hasta  que  Cervantes  hiciese  burla  de  ellos.

           Ningún científico le había dicho a Castelar que el viaje al

           pasado  era  físicamente  imposible,  ningún  filósofo  le

           había señalado las razones por las que era lógicamente


           absurdo. Se enfrentaba a los simples hechos.



                 La  mutabilidad,  la  posibilidad  de  destruir  todo  un

           futuro, parecía escapársele. O se negaba a dejar que lo

           detuviese.



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