Page 745 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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entrañas y sangre coagulada, armas rotas, ruinas
cubiertas bajo las cuales los bárbaros habían intentado
atacar la entrada. En su lugar llenaron la zanja. Las bocas
se abrían alrededor de lenguas que las hormigas y los
escarabajos se comían. Los cuervos habían sacado la
mayoría de los ojos. Varios pájaros seguían picoteando,
tomando la cena antes de la noche. Las narices se habían
acostumbrado al olor, excepto cuando la brisa lo traía
directamente y el frío de la tarde lo había humedecido.
—Tiene suficiente —dijo Luperco.
—Aun así, señor, no es tonto, ni ignorante, ¿no? —
persistió el centurión—. He oído que marchó con
nosotros veinte años o más, hasta la misma Italia, y
recibió el máximo rango que puede recibir un auxiliar.
Debe de saber que andamos escasos de comida y todo lo
demás. Dejarnos morir de hambre tiene mucho más
sentido que cargar contra soldados regulares y sus
máquinas.
—Cierto —admitió Luperco—. Me atrevería a decir
que ésa ha sido su intención desde que no pudo entrar.
Pero sabes que no tiene un control romano sobre esos
hombres. —Con ironía—. Aunque no es que nuestras
legiones no se hayan salido de los límites últimamente,
¿eh?
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