Page 746 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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Su vista buscó un centro de calma alrededor del cual
se moviese el enemigo. El metal relucía en orden donde
los hombres descansaban bajo los estandartes de sus
unidades; los caballos, atados, comían tranquilamente la
avena que les habían traído; recién construida, con
madera nueva pero de sólida carpintería, una torre de
asalto de dos pisos esperaba sobre sus ruedas. Más allá se
encontraba Claudio Civilis, que antes había servido a
Roma, y los hombres con los que había hecho campaña y
que habían aprendido de él.
—Algo ha vuelto a sublevar a los germanos —dijo el
legado—. Alguna noticia, inspiración, deseo o… lo que
sea. Me gustaría saber qué ha sido. Pero repito, tenemos
una noche difícil por delante. Preparémonos.
Abrió la marcha desde la torre de vigilancia. Casi era
un descenso a la paz. En las décadas posteriores a su
establecimiento, el Campamento Viejo había crecido,
convirtiéndose casi en un asentamiento; no todos
llevaban vestiduras militares. En aquel momento, estaba
lleno de fugitivos, así como de los restos de la fuerza
expedicionaria. Pero había conseguido imponer el orden:
los soldados correctamente acuartelados y asignados, los
civiles ocupados en trabajos útiles o al menos alejados
para que no molestasen.
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