Page 928 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
P. 928
alrededor de los del joven. Él le devolvió el apretón—.
Pero escuchemos lo que tienen que decir, si llegan a tierra.
Podrían querer otra cosa y pagarnos bien por nuestra
ayuda. —Sentía el pulso en la garganta.
La maroma restalló. Aquello que bajó por su extremo
debía de ser un ancla, porque no era una piedra sino un
garfio. Un bote seguía la nave tirado por otra maroma.
Los marineros tiraron de ella y desplegaron una escala,
descendieron y se sentaron en los bancos. Sus
compañeros les pasaron los remos. Uno se puso en pie y
agitó una tela bonita que llevaba.
—Sonríe y nos hace señas —dijo Heidhin—. Sí, tienen
un deseo que esperan que podamos cumplir.
—Qué tela más hermosa —murmuró Edh—. Creo
que Niaerdh la viste cuando visita a los otros dioses.
—Quizá sea nuestra antes de la puesta de sol.
—Oh, no me atrevería a pedirla.
—¡Eh, allá! —gritó un hombre desde el bote. Era el
mayor y de pelo más claro, sin duda un intérprete nacido
en Germania. Los demás pertenecían a diversas razas,
algunos de piel blanca, otros más morenos que Heidhin.
Pero, por supuesto, los romanos podían elegir entre
928

