Page 929 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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muchos tipos distintos de gente. Todos llevaban túnicas

           hasta  las  rodillas  sobre  las  piernas  desnudas.  Edh


           enrojeció y apartó la vista de la nave, donde la mayoría

           iban desnudos.



                 —No  temáis  —gritó  el  germano—.  Nos  gustaría

           negociar con vosotros.



                 Heidhin también se puso rojo.




                 —Un alvaringo no conoce el miedo —gritó. Al fallarle

           la voz se puso aún más rojo.



                 Los  romanos  se  acercaron  remando.  Los  dos  de  la

           costa esperaron, con la sangre agolpada en la cabeza. El

           bote  llegó  a  tierra.  El  de  la  capa  los  llevó  a  la  playa.


           Sonreía y sonreía.



                 Heidhin agarró con fuerza su lanza.



                 —Edh —dijo—.  No me  gusta  su aspecto.  Creo  que

           será mejor que nos mantengamos alejados…



                 Era  demasiado  tarde.  El  líder  gritó  una  orden.  Sus

           seguidores  corrieron.  Antes  de  que  Heidhin  pudiese


           levantar su arma, otras manos la agarraron. Un hombre

           se adelantó detrás de él y le agarró los brazos en una llave

           de lucha. Se resistió, chillando. Un palo corto, al que no

           había prestado atención —la banda iba desarmada a no

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