Page 179 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 179
La penúltima verdad Philip K. Dick 179
conjetura. Lo que sí resulta insólito es que Brose haya
realizado en poco tiempo tantos viajes de Ginebra a
Nueva York; tenga usted en cuenta que al fin y al cabo es
un hombre de ochenta años. Ese «proyecto especial»...
‐Sí ‐asintió Runcible‐. Debe de ser algo importante ‐
volvió a reflexionar un momento, y añadió‐: Brose, desde
luego, se ha infiltrado a fondo en mi empresa.
‐Exacto.
‐Pero ni yo ni ustedes sabemos.
‐Nunca hemos podido identificar al agente o agentes de
Brose infiltrados en su organización. Lo siento, pero es
así.
Esta vez su disgusto no era fingido. ¡Qué tanto se habría
apuntado Webster Foote Limited desenmascarando a los
agentes de Brose que figuraban en la nómina de Runcible!
‐Lo que ahora me preocupa ‐murmuró Runcible‐ es
Utah.
‐¿Cómo dice usted?
‐Estoy a punto de dar a mis excavadoras automáticas y
mis brigadas de robots orden de comenzar una obra cerca
de la antigua ciudad de Saint George.
Esto era un hecho sobradamente conocido.
‐El señor Foote ya lo sabe, pero no me ha indicado nada
al respecto.
Incorporándose para volverse y ponerse en pie, Louis
Runcible dijo:
179

