Page 180 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 180
‐Creo que no vale la pena esperar. Les ordenaré que
empiecen a terraplenar la zona. Y esperemos que todo
vaya bien.
‐Sí, señor ‐asintió el agente de Foote.
‐Será un complejo capaz de albergar a cincuenta mil
personas ‐dijo Runcible.
‐Desde luego, será muy grande.
‐Que vivirán donde deben, bajo la luz del sol, y no en
una guarida de topos.
Sin dejar de hojear sus documentos, tratando de hallar
algo útil, pero por desgracia sin conseguirlo, el anónimo
agente de Foote dijo:
‐Le deseo buena suerte. Quizá la próxima vez...
Y se preguntó si Runcible podría recibir ya ningún otro
informe. El decepcionante resumen que acababa de
presentarle (admitía que era decepcionante) tal vez fuese
el último, si las intuiciones extrasensoriales de su jefe,
Webster Foote, eran acertadas.
Y por lo general resultaban serlo siempre.
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De entre las polvorientas ruinas que antaño fueron
altivos edificios y amplias calles que formaban la
intrincada y sólida estructura de una gran ciudad, cuatro
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