Page 183 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 183
‐No es más que un simulacro, un muñeco, ¿sabes?
‐¿Cómo dices? ‐exclamó Nicholas, e inmediatamente lo
comprendió todo; en un relámpago su mente vio la
enormidad del fraude. Era un engaño tan fenomenal, que
no había palabras para describirlo. Desde luego,
desafiaba toda descripción; era inútil que aquellos
hombres tratasen de explicárselo y comprendió que él
mismo tendría que acostumbrarse a la idea poco a poco.
Jack Blair dijo:
‐Lo que veíais en vuestra pantalla de televisión todas las
noches allá abajo en... ¿cómo has dicho... el Tom Mix?...
allá abajo en vuestro tanque, lo que vosotros llamáis el
Protector «Yancy», no es más que un robot.
‐Ni siquiera eso ‐le corrigió uno de los barbudos‐. Ni
siquiera es independiente; no es más que un muñeco
sentado detrás de un escritorio.
‐Pero que habla ‐dijo Nicholas, con tono reposado‐. Que
dice frases grandilocuentes. No lo digo por llevaros la
contraria. Lo digo únicamente porque no lo entiendo.
‐Habla ‐dijo Jack Blair‐ porque está programado por una
enorme computadora llamada Megavac 6‐V, o algo
parecido.
‐¿Y quién programa a la computadora? ‐preguntó
Nicholas. Toda la conversación se desarrollaba a ritmo
lento, como en sueños, o domo si hablasen debajo del
agua; como si un gran peso los oprimiese a todos‐.
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