Page 185 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 185

La penúltima verdad                           Philip K. Dick   185


           reducida. En algunas ocasiones, sin embargo, se ruedan a

           tamaño  natural.  Como  cuando  muestran  a  robots


           luchando, por ejemplo. Es un tipo extraordinario. Quiero

           decir que sus películas son muy realistas y convincentes;

           a veces, cuando funciona el televisor que tenemos aquí,


           nosotros también podemos verlas. Consiguió engañarnos

           cuando  vivíamos  allá  abajo.  Eisenbludt  y  todos  los

           hombres  de  Yance  han  conseguido  tener  engañados  a


           todo el mundo, salvo a los que hemos escapado de los

           tanques. Como tú, por ejemplo.

              A lo que Nicholas dijo:


              ‐Pero yo no subí porque hubiese adivinado el engaño ‐

           para  su  capote,  se  dijo:  Carol  empezaba  a  adivinarlo;


           Carol tenía razón. Ella es más lista que yo. No se dejó

           engañar‐. ¿Y todo el mundo es como esto? ‐Señalo con un

           ademán las ruinas de Cheyenne que les rodeaban‐. ¿Todo


           está radioactivo y convertido en un montón de ruinas?

              ‐¡Ah, no! Nada de eso ‐contestó vivamente Blair‐. Aquí


           estamos,  en  una  zona  radioactiva,  caliente,  cama  las

           llaman; ahora ya no quedan muchas. El resto del mundo

           es un parque. Han convertido el planeta en un inmenso


           parque donde ellos edifican sus espléndidas residencias;

           me  refiero  a  los  hombres  de  Yance,  que  viven  como

           señores feudales, rodeados por sus séquitos de robots. Es


           algo muy interesante. ‐Y añadió en voz más baja‐: Pero no

           es justo. Al menos, a mí no me lo parece.







                                                                                                             185
   180   181   182   183   184   185   186   187   188   189   190