Page 196 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 196
aunque celebro decir que un misil soviético pulverizó esa
empresa, con todos cuantos trabajaban en ella. Pero aquí
mismo el terreno es radioactivo, aunque el resto de la
superficie...
‐Subí ‐le interrumpió Nicholas‐ en busca de un páncreas
artificial. Quiero comprar un artiforg en el mercado
negro.
‐Ya no hay ‐objetó Blair.
Nicholas dijo:
‐Estoy dispuesto a...
‐¡Es que ya no quedan! ¡En ninguna parte! Ni siquiera
los hombres de Yance pueden adquirirlos. Brose los tiene
requisados; los embargó mediante trucos legales. ‐Blair se
volvió con el rostro congestionado de cólera; se agitaba
como un títere movido por unos dedos ocultos en su
interior‐. Son todos para Brose, que tiene ochenta y dos u
ochenta y tres años y el cuerpo lleno de artiforgs. Todo él
es artificial, salvo el cerebro. Como desapareció la
compañía, ahora nadie es capaz de fabricarlos; hemos
degenerado a causa de la guerra. Algunos hombres de
Yance intentaron fabricarlos, pero una vez injertados
dejaban de funcionar al cabo de un mes o así. Se necesitan
técnicas especializadísimas que dependen de eso que
llaman instrumental «muy avanzado», ¿sabes?,
herramientas delicadas y qué sé yo... Con eso quiero decir
que la guerra, mientras duró, fue de verdad; no lo olvides.
Los hombres de Yance viven en sus lujosas residencias y
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