Page 197 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 197
vosotros, los desgraciados de allá abajo, fabricáis robots
para ellos, mientras ellos se dedican a recorrer el país en
sus pequeños aparatos voladores. La Agencia de Nueva
York prepara discurso tras discurso, y el Megavac 6‐V no
descansa... Todo esto es muy triste.
Calló y siguió caminando en silencio.
Nicholas repitió con obstinación:
‐Tengo que conseguir ese páncreas.
‐Eso es imposible ‐le dijo Blair‐. Quítate esa idea de la
cabeza.
‐Entonces ‐dijo Nicholas‐ he de volver al Tom Mix para
decirles lo que pasa. Así ellos podrán subir, sin pensar
más en los cupos ni en la amenaza de que les destruyan
el tanque.
‐Desde luego, pueden subir para seguir siendo
prisioneros en la superficie. Naturalmente, eso siempre es
mejor; estamos de acuerdo. Runcible ha empezado a
construir un nuevo complejo de apartamentos al sur de
Utah; estamos muy enterados de las últimas noticias
porque David Lantano nos regaló un receptor de radio a
toda banda; sólo es audio; no video, pero con él captamos,
no las emisiones destinadas a los tanques, sino las
comunicaciones entre los mismos hombres de Yance; de
noche, como se sienten muy solos en sus propiedades, se
dedican a charlar por los codos unos con otros por medio
de la radio. Imagínate: muchos de esos tipos viven
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