Page 32 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 32
Un silencio completo reinó en el auditorio. Todos
permanecieron mudos y callados, y tan quietos como les
era posible.
Obligado por el cargo que ocupaba, Nicholas se levantó
también y se puso al lado de Dale.
‐Desearíamos que se iniciara un coloquio entre nosotros
y el Gobierno de Estes Park.
Desde el fondo de Wheeling Hall le llegó una voz
aguda, que lo mismo podía ser de hombre como de mujer,
diciendo:
‐Presidente Saint‐James, ¿ha muerto Maury Souza? Lo
pregunto porque veo a la doctora Tigh aquí, a su lado.
Nicholas contestó:
‐Sí, ha muerto. Pero ha sido hibernado inmediatamente,
por lo que aún hay esperanza. Ahora, amigos, ya habéis
oído al Protector. Antes de escuchar sus palabras, hemos
presenciado la destrucción de Detroit. Eso significa que
debemos aumentar la producción; este mes tenemos que
fabricar veinticinco robots, y el mes que viene...
‐¿Qué mes va a venir? ‐le interrumpió una voz de entre
la multitud, una voz que hablaba con amargura y
resentimiento‐. No habrá mes que viene para nosotros.
‐Se equivoca usted ‐repuso Nicholas‐. Podremos
sobrevivir al castigo por baja producción. Voy a
recordaros lo que ocurrirá. La pena inicial consiste tan
sólo en una reducción del cinco por ciento en el
suministro de alimentos. Después de esto pueden
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