Page 55 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   55


              ‐Nunes estará tratando de poner paz en la planta...

              ‐Muy bien ‐dijo Nicholas‐. Iré.


              Todos le miraron, boquiabiertos.

              Rita no pudo contener un sollozo y un sofocado grito de

           desesperación.


              Dirigiéndose a ella, Nicholas dijo:

              ‐Es mejor que saltar en pedazos por los aires. Esta gente

           habla en serio.


              Y señaló el paquetito aplanado que sostenía Jorgenson.

           lpse  dixit,  murmuró  para  sus  adentros;  entiendo  su

           lenguaje. Es un axioma que no precisa demostración. Y,


           en  este  caso,  prefiero  no  ver  la  demostración;  incluso

           nuestro comisario político, Nunes, se quedaría aterrado


           ante lo que es capaz de hacer este artefacto.

              Se metió en el cuarto de baño y cerró la puerta con llave

           a sus espaldas. Para tener un momento de sosiego, por


           breve  que  fuese.  Para  ser  un  simple  organismo

           bioquímico, y no el presidente Saint‐James del antiséptico


           tanque comunal habitado subterráneo Tom Mix, fundado

           en junio de 2010, durante la Tercera Guerra Mundial; más

           de dos mil años después del nacimiento de Jesucristo.


              Lo que yo tendría que hacer, se dijo, es regresar, no con

           el artiforg, sino con el mal de la bolsa para todos vosotros.

           Para contagiároslo del primero al último.


              Su  propio  resentimiento  le  sorprendió.  Por  supuesto,

           era  superficial.  La  realidad  es  que  soy  un  hombre

           acobardado,  pensó  mientras  abría  el  grifo  del  agua




                                                                                                              55
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