Page 506 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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no estaban construidas para ser lugares alegres, pero
aquello era peor de lo que se había imaginado. Era el
tipo de lugar que inspiraba a no hacer nada malo
nunca jamás. Lo único bueno era la calidez, pero
incluso así, se trataba de un calor denso, pesado. Era
casi como si se pudiera masticar.
Entraron en una sala de espera en la que solo había
unos cuantos escáneres adosados a las paredes y unas
puertas imponentes. «Esperen aquí», les dijo su
acompañante. La quelin introdujo un código en el
panel de la pared. Las puertas se abrieron, y Sissix casi
se atragantó con el aire que surgió del interior, un
hedor a piel sucia y desperdicios corporales. Se apretó
la mano contra las fosas nasales y dio un paso atrás.
¿Cómo podían soportarlo los quelin? ¿Tenían siquiera
sentido del olfato?
Contuvo las nauseas crecientes y trató de ver algo
dentro del área de detención. La luz era demasiado
tenue para distinguir gran cosa, pero pudo ver calor
corporal que se elevaba de los pozos en el suelo.
Pozos. ¿El resto de la CG sabía algo de aquello?
Seguro que alguien en el Parlamento sí. ¿Les
importaba? ¿Les hacía perder el sueño por la noche el
saber que compartían sesiones en el consejo con
sapientes que trataban a otras especies de ese modo?
¿O tener acceso fácil a la teracita era suficiente para
eliminar los escrúpulos? Una sensación enfermiza
creció en ella, pero ahora no tenía nada que ver con el
olor.
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