Page 745 - Limbo - Bernard Wolfe
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Durmió...  No  demasiado,  tres  horas  como



            máximo.  Fue  despertado  por  el  sonido  de  un


            coche chirriando en el camino, afuera. Sonido de


            frenos; el golpe de una portezuela abriéndose y


            cerrándose; pasos sobre los guijarros; el timbre de


            la puerta.



                  Martine  metió  la  mano  bajo  la  almohada,


            encontró  la  automática  de  Neen  allá  donde  la


            había dejado. Se levantó, se metió la pistola en el


            bolsillo de su chaqueta, y quitó el seguro con el


            pulgar.               Cruzó               la         habitación,                  inspiró


            profundamente, abrió la puerta.



                  —Bien,              bien           —dijo—.                El        bienamado


            Caradeniño. Entra. Theo entró con paso inseguro


            en la habitación.



                  —El  Hermano  Helder...  él...  —dijo,  luego  se


            detuvo.  Era  difícil  describir  si  la  expresión  que


            contorsionaba sus rasgos era terror o adoración, o


            simplemente tres décadas de dudas comprimidas


            en una fracción de segundo.


                  —Helder te envió —dijo Martine. Confiaba en



                  que su voz sonara serena—. De acuerdo.


            ¿Sabes por qué? ¿Viste mi carta?


                  —¿Carta?  Sí.  No.  El  Hermano  Helder  la


            recibió... dijo algo acerca de una carta, era difícil



            entenderle,  estaba  muy  trastornado.  Sé  que  la

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