Page 112 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—Espere                 un          momento…                      —exclamó                   Joe,


            visiblemente  enfadado—.  ¿Qué  iba  a  hacer,


            robarme el coche?, ¿es eso? ¿Es usted imbécil?, ¿no


            ve que está atrapado por la nieve?



            Joe descubrió algo: la línea oscura que cruzaba la


            cara de aquel hombre era definitivamente sangre;


            sangre  reseca  de  un  color  tan  oscuro  que  casi



            parecía salsa barbacoa.



            El desconocido se dio la vuelta y miró hacia la línea


            de  árboles  que  se  arremolinaban  más  allá  de  la


            pequeña  zona  diáfana  donde  el  coche  invernaba.


            Aún jadeaba como un pequeño animal fatigado.




            —Por Dios… —exclamó sin volverse, ahora en voz


            baja—. Creo que los he oído…



            —Pero…



            —Ssshhh… —interrumpió el desconocido.



            Joe  siguió  su  línea  de  visión,  inquieto.  En  las



            tinieblas de la noche rasgadas por la trémula luz de


            la luna, los árboles, todavía revestidos de la última


            nevada, adquirían una palidez casi etérea, como la


            de un ejército de acechantes espectros. Más allá de


            los primeros troncos, sin embargo, la oscuridad era


            impenetrable.  Las  formas  borrosas  que  allí  se


            adivinaban  sugerían  figuras  imprecisas  que










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