Page 115 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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entrecerraba los ojos, que se rodearon de un millar


            de  pequeñas  arrugas.  El  intruso,  por  su  parte,  se


            incorporó de un salto gritando como enloquecido,


            saltó hacia la puerta y la cerró con un golpe rápido


            y seco.



            El aullido paró.




            —¿Qué…? ¿Qué ha sido eso? —preguntó Joe, con


            la frente cubierta de sudor frío. Miraba al intruso,


            vuelto  contra  la  puerta  con  los  brazos  y  piernas


            abiertos. Tenía la expresión desencajada, retorcida


            por  un  desmedido  rictus  de  terror.  Sostenía  la


            puerta como si al otro lado hubiera una jauría de


            lobos hambrientos.




            —Nonononononono… —decía.



            —Por el amor de Dios —insistió Joe, ahora en voz


            baja—. ¿Qué ha sido ese… grito?



            —¡NO! —gritó el extraño. Su cara era una máscara


            de terror y angustia. Casi al instante echó a correr,


            pasó al lado de Joe como una centella y se dirigió al



            dormitorio por la única puerta que pudo encontrar.



            —¡Eh!  —gritó  Joe,  saliendo  tras  él.  Para  cuando


            llegó al dormitorio, sin embargo, el extraño ya salía


            otra vez. Parecía un animal acorralado que intenta


            huir. Joe le dio un empellón en los hombros y lo


            hizo retroceder.






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