Page 113 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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parecían  moverse  en  los  márgenes  de  la  visión


            periférica.



            Pero  no  escuchó  nada  más  que  el  sonido  de  la


            respiración agitada del extraño.



            —Oiga,  ¿quiere  explicarme  qué  demonios  le



            ocurre? ¿Está herido? Tiene… parece sangre, lo que


            tiene en…



            El extraño se volvió con un violento giro de cabeza.


            En ese momento, se abalanzó hacia Joe y le agarró


            del jersey con ambas manos.



            —¡DEME LAS LLAVES DEL COCHE! —bramó.




            —Pero  ¡qué  coño!  —exclamó  Joe.  Con  las  sienes


            palpitándole,  se  zafó  del  agarrón  del  extraño.  La


            adrenalina  que  lo  consumía  estaba  empezando  a


            hacer que le temblara la mandíbula—. ¡Suélteme,


            JODER!



            El extraño miró entonces por encima de su hombro,



            hacia el interior de la cabaña, y sus ojos, que eran ya


            dos  lunas  redondas  donde  titilaba  un  deje  de


            locura, se abrieron más todavía. A continuación se


            escabulló con un movimiento imprevisto y se lanzó


            hacia la puerta.



            —¡Eh! —exclamó Joe, demasiado tarde sin embargo


            para que pudiera detenerlo; el desconocido había



            entrado ya en la casa.




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