Page 128 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—¡Eh! —gritó—. ¡EH!



            Se  dio  la  vuelta,  pero  cada  vez  que  lo  hacía,  el


            sonido parecía provenir del lado contrario. Pronto


            se  encontró  dando  vueltas  sobre  sí  mismo,


            frenético,  esperando  ver  aparecer  algo  por  el


            camino.               Sin         embargo,                la        oscuridad                 era


            impenetrable,  y  todavía  tardó  unos  buenos



            instantes  en  pensar  en  la  linterna.  La  sacó  del


            bolsillo  del  abrigo  con  manos  temblorosas  y  casi


            estuvo a punto de dejarla caer en la nieve. Por fin,


            con  la  respiración  agitada,  lanzó  el  haz  a  su


            alrededor. Apuntaba a todas direcciones de manera


            aleatoria, intentando hacer huir las tinieblas de la


            noche.  No  sabía  qué  esperar  en  realidad,  si  un



            vehículo, una nube de insectos u otra cosa, pero su


            cabeza tejía inevitables conexiones con el misterioso


            alarido  que  escuchara  en  la  cabaña.  Lo  que  vio,


            finalmente, hizo que soltara un grito desgarrador.



            Era una especie de oscuridad concentrada, de un


            tono tan intenso y profundo que destacaba incluso


            en la noche, como si allí no hubiese absolutamente



            nada.  Era  la  ausencia  absoluta  de  realidad,  un


            agujero  en  mitad  del  camino.  Y  se  movía,


            cimbreaba  como  si  diese  vueltas  sobre  sí  mismo,


            desenredando una especie de bucles redondeados


            que giraban a toda velocidad. Mientras lo miraba,






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