Page 133 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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crédito a esa línea de razonamiento, lo cierto es que


            la imagen se le había grabado a fuego en la cabeza,


            y resultaba tan vívida y terrible como hacía unos


            instantes.  Resultaba  fútil  intentar  convencerse  de


            que  aquello  había  sido  solo  una  alucinación,


            aunque hubiera sido engendrada por el Pozo; una


            especie de demencia transitoria, del tipo que hace



            que la gente se vuelva loca, como de hecho ocurría.


            Era,  a  su  manera,  un  testimonio  irrefutable  de


            inequívoca y contundente realidad.



            —Lo he visto —se dijo mientras se masajeaba las


            sienes—. Lo he visto. ¡Sé lo que he visto!



            Pero si aquello había sido real, ¿qué significaba?




            —No lo sé —soltó a la noche.



            Joe miró entonces tras él y pestañeó un par de veces,


            visiblemente sorprendido. Debía de haber tomado


            algún atajo a través del bosque, porque allí, a cierta


            distancia,  el  camino  describía  una  curva  bien


            conocida:  era  una  de  las  tres  que  precedían  a  su



            propia casa.



            Ese descubrimiento, sin embargo, le produjo cierto


            alivio.  Después  de  lo  que  acababa  de  vivir,  no


            quería realmente enfrentarse a la tesitura de llamar


            a la puerta de la casa del señor Wright. No quería


            saber  nada.  Quería  volver,  sacar  el  muerto  al







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