Page 131 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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no  le  obligó  a  detenerse.  En  un  par  de  ocasiones


            cayó  al  suelo  de  bruces,  solo  para  levantarse  con


            tanta  celeridad  que  parecía  un  muñeco  del  que


            hubiesen tirado de una cuerda.



            En  algún  momento,  Joe  dejó  atrás  la  maraña  de


            árboles: salió a un páramo nevado que descendía


            suavemente  hacia  el  sur  y,  por  pura  inercia,  se



            encontró corriendo por él más allá de su capacidad


            para detenerse. El aire era más fresco y el aroma de


            los  árboles  no  era  tan  intenso,  y  sus  pulmones


            agradecieron  algo  el  cambio;  no  mucho,  sin


            embargo.  Para  entonces,  su  respiración  estaba


            demasiado  alterada  para  que  pudiera  reparar  en


            ello.




            De pronto cayó de bruces y se encontró rodando


            por la nieve. Gritó, sumido en una confusión y una


            incertidumbre  espantosa,  con  la  vista  velada  por


            una  profusión  de  fotogramas  que  iban  del  negro


            espantoso del cielo a la pureza blanquísima de la


            nieve. Notó frío en la cara y dentro de la ropa, y aun


            sin saber qué podía depararle la caída, su mente se



            trabó en un solo pensamiento: el hermoso sonido de


            su  cuerpo  rozando  contra  la  nieve.  El  sonido  lo


            consoló  porque  era  lo  único  que  alcanzaba  a


            escuchar:  no  había  vorágines  de  torbellinos,  ni










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