Page 147 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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«Es solo un sonido…».



            De repente, una idea afloró en su mente como el


            estallido de unos fuegos artificiales en mitad de la


            noche, y Joe se lanzó hacia el salón con un brillo


            especial  en  los  ojos.  Sí,  el  sonido  era  lo  que  le


            torturaba… y vaya si podía hacer frente a eso.




            Moviéndose con rapidez, Joe hurgó en el armario


            de las herramientas. Se había aprovisionado de una


            buena cantidad de velas para cuando la electricidad


            fallase,  lo  que,  según  le  había  dicho  Pete,  podía


            ocurrir  durante  los  días  más  duros  del  invierno.


            Tomó una y la encendió con ayuda del mechero que


            usaba  para  el  fogón  y  la  chimenea,  y  comenzó  a


            derretir cera en la palma de la mano. El proceso fue



            lento  al  principio,  pero  después  las  gotas


            comenzaron  a  manar  con  cierta  cadencia.  En  ese


            momento, sin embargo, el chillido terrible volvió a


            sonar, y Joe no pudo evitar dejar caer la vela para


            taparse  los  oídos  con  ambas  manos;  era  un  acto


            reflejo  imposible  de  evitar.  Soltó  un  alarido


            mientras lo hacía, apretando los párpados. La vela



            rodó  por  el  suelo  dejando  un  tibio  reguero  de


            gotitas calientes. Esta vez, sin embargo, el grito fue


            breve, y cuando hubo pasado, Joe se lanzó de nuevo


            a recuperar la vela. La cera pronto estuvo cayendo


            sobre su palma otra vez.






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