Page 161 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Luego se apresuró a fabricarse una especie de
cabestrillo para la pistola. No quería separarse de
ella en ningún momento, igual que tampoco se
quitó los tapones de cera de los oídos. Quedó sujeta
por el hombro, siempre a mano, de una forma que
no le entorpecía continuar con el trabajo. Luego
sacó fuera toda la nieve con ayuda de una pala y se
ocupó de la puerta. Pete y él habían construido una
para el dormitorio, y aunque no tenía el mismo
tamaño, la recortó y la limó para hacerla encajar, y
le colocó las antiguas bisagras que había rescatado.
Cuando la tuvo colocada y delante de él, empezó a
sentirse mejor: trabajar en la puerta con el bosque
oscuro y ominoso a unos cincuenta metros le había
hecho estar en alerta constante.
El resto de la noche transcurrió en una apacible
calma. Joe la pasó en el sofá, mirando cómo las
llamas consumían los troncos y los trozos de
madera, dejando que las imágenes de los recuerdos
deambularan por su mente. Flotaban al azar, y las
repasaba una y otra vez buscando quizá una
explicación, un vínculo, algo que pudiera servirle.
En la mano sostenía uno de los clavos. Le dio mil
vueltas, lo olisqueó y hasta intentó rascar la
cobertura verdosa sin que consiguiera averiguar
nada. Sin embargo, fuera lo que fuese, estaba
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