Page 163 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Había  tres  justo  enfrente,  en  el  borde  mismo  del


            lindero, y dos más a la izquierda, cerca del vehículo,


            y  todas  tenían  aquellos  círculos  imprecisos  que


            daban vueltas a su alrededor de una manera casi


            hipnótica.  Tan  pronto  como  Joe  las  tuvo  delante,


            comenzaron a chillar.



            Joe  cayó  de  espaldas,  recorrido  por  un  súbito



            ramalazo  de  dolor  en  la  cabeza,  tan  intenso  y


            demoledor  que  parecía  que  alguien  le  hubiera


            clavado un hierro candente en el cerebro. Mientras


            caía, abrió la boca para gritar, pero no tenía aire en


            los pulmones; para cuando golpeó el suelo parecía


            un  muñeco  de  cera  con  una  expresión  atroz.  La


            cabeza cayó en primer lugar y desgranó un sonido



            grave y duro. ¡BLOM!



            Nononononononono



            El  espectral  alarido  subía  y  bajaba  de  tono,


            haciendo crecer o menguar la intensidad del dolor.


            Joe  se  retorció  en  el  suelo  como  un  presidiario


            sometido  al  antiguo  tormento  final  de  la  silla


            eléctrica.  Ahora  chillaba,  con  una  especie  de



            graznido animal que producía con la garganta.



            Nononononononono



            De  alguna  manera,  Joe  consiguió  llevarse  ambas


            manos a los oídos, y cuando lo hizo, descubrió con


            horror  que  los  tapones  ya  no  estaban  allí.  Estaba



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