Page 164 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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preguntándose qué había pasado con ellos cuando
el espeluznante alarido se redobló en intensidad.
—¡DIOS!
Era como si la tapa del cráneo fuese a saltarle de un
momento a otro. Los dientes expuestos y apretados
comenzaron a teñirse de rojo: las encías empezaban
a sangrar por la fuerza con la que apretaba las
mandíbulas. Y en los raros momentos en los que
encontraba fuerzas para abrir los ojos, estos se veían
inyectados en sangre.
Sin embargo, después de unos instantes, el trauma
inicial pareció remitir. Los aullidos seguían ahí, y
aún sentía los latidos de su propio corazón en la
cabeza; lo atenazaban como el abrazo de un oso y
experimentaba un mareo tan grande que cuando
miraba alrededor le parecía estar subido a un
tiovivo. Pero, sin embargo, ahora parecía capaz de
pensar… un poco.
En la pistola, por ejemplo.
Tenía que hacerlo. La pistola era su única
oportunidad. Si conseguía hacer una serie de
disparos a través de la puerta, estaba seguro que
podría acallar aquellos monstruos. Sin embargo, el
cabestrillo colgaba como un trapo inservible a un
lado, y aunque movió los brazos desesperadamente
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