Page 162 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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bastante  seguro  de  que  aquella  sustancia  había


            hecho que el monstruo desapareciese.



            Pero ¿qué era? ¿Qué… demonios… había cocinado


            el abuelo Cerón en aquella vieja cabaña de Yukón?



            Joe se incorporó con un solo movimiento, hastiado



            de estar sentado y de tanto pensar. Aún faltaban un


            par de horas para el amanecer, pero necesitaba un


            poco  de  aire  fresco  para  despejarse.  Además,  los


            batientes seguían cerrados y no tenía otra forma de


            saber si había dejado de nevar. Si al amanecer había


            cesado, emprendería el camino, y si encontraba un


            coche en alguna vivienda cercana, lo tomaría.




            «Como David Wright, ¿eh, Joe?», se burló la voz en


            su mente.



            Joe tomó la pistola y abrió la puerta, y cuando lo


            hizo, el sobresalto casi le hizo soltarla. El pecho se


            le  encogió  de  tal  manera  que,  sin  poder  evitarlo,


            exhaló todo el aire de los pulmones, y su visión hizo


            un ligero fundido a negro por un par de segundos,



            como en una lipotimia. Un viento inesperado que


            parecía venir de todas partes a la vez le revolvió el


            cabello en todas direcciones.



            Eran esas cosas.



            Estaban ahí delante, rodeando la casa: las mismas


            formas oscuras e imposibles de la noche anterior.






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