Page 168 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Se quedó mirándolo, intentando concentrarse en lo


            que  hacer  a  continuación,  pero  los  chillidos  se


            retorcían a su alrededor, invisibles, emponzoñando


            su mente.



            «Si pudiera… tan solo… pensar…».




            El pegote aún seguía tibio por haber estado entre


            las mantas, pero había perdido la forma adecuada.


            Joe,  que  aún  tenía  las  manos  calientes  de  la


            excitación y la proximidad a la chimenea, lo rodeó


            con sus palmas para intentar imprimirle algo más


            de temperatura. Quizá aún pudiera moldearlo de


            alguna manera. En su boca, la lengua empezaba a


            hincharse por la herida.




            —Oh, Dios… ¡DIOS!



            Los  gritos  (porque  eran  varios,  ahora  podía


            identificarlos)  lo  estaban  matando.  No  eran  tan


            intensos, eso era cierto, pero seguían jugando con


            su  cerebro  como  si  fuera  una  masa  de  gelatina.


            Empezaba a sentir dolor con solo intentar abrir la



            boca  para  acomodar  la  lengua.  Las  manos  le


            temblaban. Sin embargo, de alguna forma volvió a


            hacer maleable la cera. No había tiempo de buscar


            ningún otro pedazo, sin embargo, así que lo dividió


            en dos y trató de adaptarlos al pabellón auditivo de


            cada oreja.








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