Page 229 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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La casa de los Herron no tardó en aparecer,
emergiendo por detrás de la colina a medida que
Joe ascendía por el camino. Mostraba un aspecto
ominoso, recortada contra el cielo tocado por
nubarrones oscuros. No había reparado en ello con
anterioridad, pero ahora saltaba a la vista que el
viejo Pete Herron, el original, debía de tener cierta
fascinación por la arquitectura gótica; la fachada,
sobre todo las ventanas del segundo piso, tenían
elementos que no eran muy comunes en la
arquitectura de Yukón. A la luz de los
acontecimientos resultaban tan tenebrosos como
inquietantes, y Joe no pudo evitar pensar en cubiles
inmundos que la literatura y el cine habían hecho
populares. La Casa Marsten o el desquiciado
manicomio de los relatos de Lovecraft aparecían
como haces de una linterna en su mente.
Joe se plantó delante de la casa. Si bien estaba
razonablemente seguro de que Pete no estaba, la
pregunta era, por supuesto, qué había ocurrido con
Betsy Herron. ¿Era ella también un monstruo? ¿Lo
había sido cuando le servía primorosamente puré
de patatas con boniatos y guisantes? O, por el
contrario, ¿había estado la pobre mujer acostándose
junto a un impostor, un depredador de otra
dimensión que movía el cuerpo de su marido como
un titiritero, sin que ella lo sospechase?
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