Page 234 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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En un momento dado, la madera del suelo crujió
como si amenazara con romperse, y Joe se detuvo y
contuvo el aliento. Se concentró solo en escuchar.
Solo eso. Pero arriba, en la casa, todo parecía en
silencio; tan solo el rumor apagado del viento
llegaba hasta sus oídos desde algún lugar del
exterior.
Como había esperado, el sótano comunicaba con la
casa, esta vez con una puerta interior sin cerradura.
El pomo cedió sin resistencia, y Joe se enfrentó a un
escenario que conocía: el pasillo de la casa,
decorado con fotos panorámicas de algunos
paisajes emblemáticos del Yukón. En una de ellas
había un tipo joven pescando que recordaba
vagamente a Pete. La luz, aunque insuficiente,
llegaba desde las rendijas de los batientes, creando
en la escena una penumbra mortecina; Joe tuvo que
esperar unos segundos para que sus ojos se
acostumbraran a la oscuridad. Recordaba, sin
embargo, haber pasado por aquel corredor en su
camino hacia el cuarto de baño cuando estuvo allí
la última vez, en la cena de despedida. Sin ser
apenas consciente, los dientes le rechinaron como
respuesta al arrebato de rabia que experimentó al
despertar esos recuerdos. ¡Oh, habían sido tan
amables y hospitalarios!
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