Page 237 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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leche había adquirido una tonalidad oscura en el
interior de su envase translúcido, y en el estante
inferior había un puré renegrido y lleno de
pequeños volúmenes de lo que una vez fue fruta.
Había gusanos resbalando por todas partes,
blancos y enormes, llenando las latas medio
abiertas, trepando por los restos irreconocibles de
antiguos manjares. Mientras Joe miraba, uno cayó
de un estante a otro, se volteó con torpeza y
continuó su camino.
Había visto bastante. Cerró la puerta del frigorífico
y se alejó unos pasos.
Aquel no era un frigorífico de alguien que se había
ido un tiempo. No había un par de cosas que
empezaran a pudrirse y oler mal; aquel nivel de
putrefacción era mucho más antiguo, era la Cámara
de los Horrores de cualquier podredumbre.
Algunas cosas eran muy reveladoras. Joe se había
fijado, por ejemplo, en la hilera de yogures,
fermentados de manera que los envases de plástico
se habían abombado y abierto, esparciendo su
infame contenido recubierto de algo de aspecto
algodonoso. Esas cosas requerían mucho,
muchísimo tiempo para llegar a un estado así.
Meses. Muchos más meses de los que él mismo
llevaba viviendo en Yukón.
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