Page 278 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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prodigioso  que  todas  las  piezas  habían  salido


            volando en todas direcciones.



            —Ese cabrón parece muy fuerte, Harper.



            —Olvida  eso  —dijo  Joe.  Se  había  descolgado  la


            mochila  de  la  espalda  y  estaba  buscando  en  los



            bolsillos—. Saca tu linterna. Ahí dentro está oscuro


            como boca de lobo.



            Allen asintió.



            Los  haces  de  las  linternas,  dos  potentes  aparatos


            con un mango grueso y alargado atestado de pilas,


            comenzaron a recorrer las paredes. Joe agradeció la


            altitud y el frío intenso; al menos eso garantizaba



            que  no  hubiese  insectos  y  alimañas.  Tampoco  se


            imaginaba a ningún animal queriendo vivir en un


            sitio así: a pesar de su pequeño ejercicio mental de


            relajación,  todavía  podía  percibir  claramente  una


            suerte de vibración muda que le recorría el cuerpo.



            Empezaron a adentrarse en la cueva. El sonido de


            gotas  de  agua  cayendo  sobre  charcos  distantes



            llegaba hasta sus oídos. PLIC. PLOC. PLIC.



            —Es  como  entrar  en  un  autobús  al  ralentí  —


            murmuró Allen.



            —Iba a decírtelo. Pero no se mueve nada. Somos


            nosotros.









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