Page 358 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
P. 358
Al final decidió echar el brazo hacia atrás con un
enérgico movimiento. La culata de la pistola golpeó
el cristal, y este se vino abajo con estrépito. Echó un
furtivo vistazo a la cama, pero aquella mujer
parecía desmayada; no se movió lo más mínimo.
—¿Joe? —preguntó David desde su escondite.
Esta vez fue Joe quien no dijo nada. Siguió
golpeando la ventana, intentando echar abajo la
persiana. El ruido era seco y sonaba a plástico, pero
con cada acometida esperaba descolgar la persiana
de sus enganches. La luz bailaba como loca,
arrancando sombras alargadas y extrañas en las
paredes.
—Joe…
—¡Calla la puta boca! —dijo Joe mientras seguía
golpeando las cortinas.
Por fin, la persiana cayó hacia la calle con un sonido
breve pero intenso. La luz penetró entonces en la
habitación, revelando el papel pintado de las
paredes y los ornamentos dorados de los muebles.
Era realmente brillante, y Joe giró la cabeza para ver
de qué se trataba.
Descubrió que ahí fuera había una calle, aunque los
edificios, ostentosos en su decoración, parecían de
principios de siglo. Dirigía miradas breves, girando
357

