Page 95 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Después de un rato, sin embargo, teniendo cuidado
de mantener la pistola lejos del cuerpo, se decidió a
probar el gatillo.
Fue como si nunca hubiera sido diseñado para
accionarse; como si fuese una parte integrante de la
estructura. El dedo le temblaba por el esfuerzo,
pero cuando estaba ya a punto de abandonar, el
gatillo cedió a la presión. El aparato pareció cobrar
vida, soltó un bufido hidráulico seguido de un
chorro de aire, y uno de los clavos salió expulsado
por el cañón con un ruido sibilante. Cruzó la
habitación y terminó clavándose en uno de los
tablones de la pared.
—¡Jesús! —soltó, impresionado.
Se acercó a la pared y descubrió que el clavo había
desaparecido en la madera, incrustado totalmente
hasta la cabeza. Pasó el dedo por el agujero, como
para constatar que estaba ahí dentro, y soltó un
bufido cuando la yema tocó el hierro.
Ahora, la vieja máquina parecía haber adquirido
otro aspecto en sus manos. ¿Cómo pudo siquiera
llegar a pensar que se trataba de una simple pistola,
con ese manifiesto y largo cañón? Resultaba ahora
tan ominosa y basta. Tan fría. Tan… bestial.
Sin apenas pensarlo, la dejó en la mesa de trabajo y
se quedó mirándola. ¿Cómo era posible que algo así
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