Page 98 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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trozos. Un bulto informe, envuelto en un pañuelo
negro, quedó entonces a la vista.
Joe se quedó mirando el bulto, con las sienes
palpitantes. Tenía los dientes tan apretados que las
encías le dolían. De pronto empezó a notar un
fuerte mal olor, una pestilencia nauseabunda que
parecía ir in crescendo. Pestañeó, contrariado. Al
menos, el hedor parecía haber conseguido que la
nube de rabia que lo había asaltado de repente se
disipara.
«Me ha vuelto a pasar. ¿Me ha vuelto a pasar? ¿Es
eso?».
Agachó la cabeza, avergonzado por el arrebato.
Tenía la respiración agitada y hasta le dolía un poco
la cabeza.
«No, no es… eso. No es el Pozo de mierda, es la
puta herida. Es la soledad. Es… Tiene que ser otra
cosa».
Y el olor…
Lo cierto era que empezaba a apestar como si
tuviera un animal muerto en la habitación, uno en
avanzado estado de descomposición, devorado por
gusanos y podredumbre.
—¡Dios!
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