Page 97 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Muy pronto descubrió que la caja estaba cerrada a


            cal y canto. No tenía cerradura ni bisagras, pero la


            tapa había sido claveteada cada pocos centímetros.


            Lo que hubiera dentro, se dijo, había sido guardado


            allí para ser olvidado. Al fin se puso a la tarea de


            extraer  los  clavos,  sirviéndose  de  unas  grandes


            tenazas. Le costó bastante esfuerzo, y cuando hacía



            salir cada clavo, la madera de la caja se deshacía en


            pequeñas  y  afiladas  esquirlas  que  le  producían


            pequeños cortes en las manos.



            Al arrancar uno de los últimos clavos, de hecho, un


            gran trozo de madera se desprendió de la caja y fue


            a clavársele en la palma de la mano. El latigazo de


            dolor  fue  abrumador,  y  la  sangre  tibia  empezó  a



            manar en abundancia.



            —¡COÑO, JODER! —bramó a la habitación vacía.



            Revestido  de  un  inesperado  brote  de  cólera,  Joe


            lanzó las tenazas con extremada violencia hacia el


            estante.  Golpearon  otras  herramientas  y  cayeron


            todas al suelo, donde rebotaron con una algarabía


            metálica. El ruido le hizo encenderse aún más.




            —¡PUTA…! ¡PUTA MIERDA!



            Goterones de sangre cayeron en el suelo de madera,


            y  al  verlos,  Joe  no  pudo  evitar  darle  una  fuerte


            patada  a  la  caja.  Esta  salió  despedida  contra  la


            pared,  donde  terminó  por  romperse  en  varios



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