Page 259 - El Jugador - Iain M. Banks
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la distracción de la que estaba tan necesitado, y le aseguró

            que  serviría  para  relajarle.  Gurgeh  rechazó  todas  las


            ofertas de jugar que le hicieron, pero sí aceptó algunas de

            las  invitaciones  a  fiestas,  acontecimientos  sociales  y

            reuniones varias. Pasó unos cuantos días y noches fuera


            de la Factor limitativo, y a su vez la vieja nave de guerra se

            convirtió en anfitriona de un no muy numeroso pero sí

            muy selecto desfile de invitadas femeninas.


                  Pero  Gurgeh  siguió  pasando  la  mayor  parte  del

            tiempo  a  solas  dentro  de  la  nave  repasando  tablas  de

            cifras  y  registros  de  partidas,  frotando  las  piezas

            biotecnológicas entre sus dedos y recorriendo a grandes


            zancadas los tres tableros principales mientras sus ojos se

            deslizaban  velozmente  sobre  ellos  captando  la

            disposición de las zonas y las piezas y su mente intentaba

            encontrar  pautas,  oportunidades,  puntos  débiles  y


            buenas combinaciones.

                  Invirtió  veinte  días  en  un  cursillo  acelerado  de

            eáquico, el lenguaje imperial. Al principio había tenido la


            intención de hablar marain y utilizar los servicios de un

            intérprete, pero sospechaba que existían conexiones muy

            sutiles entre el juego y el lenguaje y lo aprendió sólo por


            esa razón. Después la nave le dijo que de todas formas

            habría sido deseable que lo aprendiera, pues el afán de






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