Page 495 - El Jugador - Iain M. Banks
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y los olores de la noche urbana. La capa aleteaba en
silencio a su alrededor. La ciudad era un remolino de
luces, una llanura resplandeciente que no parecía tener
fin. La unidad era una sombra diminuta pegada a su
hombro.
Empezaron a moverse por encima de la ciudad.
Sobrevolaron carreteras, ríos y un sinfín de cúpulas y
edificios, cintas, masas casi sólidas y torres de luz, áreas
de vapor que se deslizaban sobre la oscuridad y el fuego,
torres repletas de luces que ardían envueltas en reflejos,
temblorosas extensiones de agua negra y las enormes
zonas oscuras de hierba y árboles de los parques y,
finalmente, empezaron a bajar.
Descendieron hacia una zona donde no había muchas
luces y tomaron tierra entre dos edificios a oscuras
desprovistos de ventanas. Los pies de Gurgeh entraron
en contacto con la tierra apisonada de un callejón.
‐‐Disculpa ‐‐dijo la unidad, y se metió dentro de la
capucha hasta colocarse junto a la oreja izquierda de
Gurgeh‐‐. Por allí ‐‐murmuró.
Gurgeh avanzó por el callejón. Tropezó con algo
blando y supo que era un cuerpo antes de volverse a
mirar. Observó con más atención el montón de harapos y
vio como se movía. La persona estaba enroscada bajo
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