Page 566 - El Jugador - Iain M. Banks
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que habían crecido exuberantemente sobre las cenizas del
incendio anterior. El frente de la muralla formaba una
línea recta casi perfecta. Todo el ecosistema terrestre
había evolucionado alrededor de aquella conflagración
perpetua. Algunas plantas sólo podían brotar abriéndose
paso por una capa de cenizas que no se hubieran enfriado
del todo después de que el calor hubiera activado sus
semillas obligándolas a desarrollarse; otras florecían justo
antes de la llegada de las llamas creciendo a toda
velocidad en el breve intervalo de tiempo de que
disponían antes de que las llamas cayeran sobre ellas y
utilizaran las corrientes térmicas creadas por el fuego
para que transportaran sus semillas hasta las capas
superiores de la atmósfera, desde donde volverían a caer
lentamente acudiendo a su cita con las cenizas. Todos los
animales terrestres de Ecronedal estaban encuadrados en
tres categorías: algunos se mantenían en continuo
movimiento avanzando a una velocidad inalterable por
delante del fuego, otros nadaban por sus fronteras
oceánicas y un tercer grupo se escondía en cavernas,
perforaba el suelo o sobrevivía en los lagos o los ríos
utilizando una amplia gama de mecanismos.
Las aves sobrevolaban el planeta como si fueran un
vendaval de plumas.
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