Page 568 - El Jugador - Iain M. Banks
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abarcaba una gran extensión de terreno sin ser demasiado

            intenso  ‐‐y,  en  algunos  puntos,  siendo  incluso


            desdeñable‐‐, para convertirse en un auténtico infierno.

            Los lagos desaparecían, los ríos se secaban, las rocas se

            desintegraban en aquel calor de horno. Los animales que


            habían  evolucionado  hasta  desarrollar  su  sistema  de

            esquivar o mantenerse por delante de las llamas de los

            Grandes  Meses  tenían  que  encontrar  otro  método  de


            supervivencia. Había que correr lo bastante deprisa para

            acumular una ventaja tan considerable que permitiera no

            ser alcanzado por la Incandescencia; había que internarse

            en  el  océano  o  llegar  a  las  escasas  y  casi  siempre


            minúsculas islas cercanas a la costa o había que hibernar

            en las profundidades de los grandes sistemas cavernosos

            y los lechos de los ríos, lagos o fiordos más profundos.

            Las  plantas  también  recurrían  a  nuevos  sistemas  de


            supervivencia,  desde  raíces  más  profundas  hasta

            aumentar  el  grosor  de  las  cáscaras  que  protegían  sus

            semillas pasando por el alterar las semillas que viajarían


            en las corrientes termales preparándolas para vuelos más

            largos a mayor altura y el enfrentamiento posterior con el

            suelo  calcinado  que  encontrarían  en  cuanto  tomaran


            tierra.

                  El  Gran  Mes  que  seguía  a  la  Incandescencia  era






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