Page 567 - El Jugador - Iain M. Banks
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Durante once revoluciones el incendio apenas si
llegaba a la categoría de un gran fuego de pradera. La
revolución número doce alteraba espectacularmente su
naturaleza.
El arbusto ceniciento era una planta bastante alta y de
tallo muy delgado que crecía muy deprisa después de
que sus semillas hubieran germinado. La planta no
tardaba en desarrollar una base acorazada y parecía salir
disparada hacia el cielo alcanzando una altura de diez
metros o más en los doscientos días de que disponía antes
de que las llamas volvieran a hacer acto de presencia,
pero cuando aparecían el arbusto ceniciento no se
consumía. La planta cerraba su extremo cubierto de hojas
hasta que las llamas habían pasado y seguía creciendo
sobre las cenizas. Once de aquellos bautismos entre las
llamas y once Grandes Meses bastaban para que los
arbustos cenicientos se convirtieran en árboles
gigantescos cuya altura mínima estaba un poco por
encima de los setenta metros. Después de eso su química
interior producía la Estación del Oxígeno, que era
seguida por la Incandescencia.
Y durante ese ciclo que se presentaba con una
considerable brusquedad el fuego no caminaba, sino que
echaba a correr. Dejaba de ser un incendio de pradera que
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