Page 573 - El Jugador - Iain M. Banks
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con ascensores de aceleración lenta, y resultaba bastante

            raro ver a alguien que no fuera un sirviente subiendo las


            escaleras, pero durante los primeros días del planeta ‐‐

            bastante  más  cortos  que  los  de  Eá‐‐,  Gurgeh  tuvo

            dificultades para desplazarse incluso sobre una superficie


            plana.

                  Sus habitaciones daban a uno de los patios interiores

            del castillo. Gurgeh y Flere‐Imsaho se instalaron en ellas


            ‐‐la unidad no daba ninguna señal de sentirse afectada

            por la nueva gravedad‐‐, acompañados por el sirviente al

            que cada finalista tenía derecho. Después de su llegada

            Gurgeh  expresó  ciertas  dudas  sobre  si  era  realmente


            necesario que le asignaran un sirviente («Sí ‐‐había dicho

            la  unidad‐‐,  ¿qué  clase  de  hombre  puede  necesitar  dos

            sirvientes?»), pero se le explicó que era una tradición y un

            gran honor para el sirviente, y acabó accediendo.


                  La  noche  de  su  llegada  hubo  una  fiesta  no  muy

            animada. Los asistentes no abandonaron sus asientos y se

            dedicaron  a  charlar  sin  demasiado  entusiasmo.  El


            cansancio  del  largo  viaje  y  la  salvaje  gravedad  que  les

            oprimía hicieron que el tema principal de conversación

            fuese la hinchazón de tobillos. Gurgeh no estuvo mucho


            rato en la fiesta. Era la primera vez que veía a Nicosar

            desde el gran baile que había conmemorado el comienzo






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